lunes, julio 13

Cristianismo es Relación.

Es normal que al relacionarnos con otras personas para cultivar lazos mas profundo de amistad, no solo nosotros somos enriquecidos sino también la persona objeto de esta muestra de afecto. Ayer en la noche después de compartir con uno de los equipos de MIJUCE recordé las palabras de Cristo Jesús cuando dijo: “Id y haced discípulos”. Nosotros (la Iglesia), como el cuerpo de Cristo, estamos llamados para cumplir esa misión. Pero debemos dejar de ver el evangelismo solo como una actividad fría y programada de la Iglesia. Es decir, que de una manera natural y sincera poder compartir tiempo con las personas en las cuales estamos interesadas en presentarles nuestro cristianismo. Creo que el evangelismo relacional abre las puertas para cumplir la gran comisión hasta lo último de la tierra.

Era habitual la práctica de salir con mucha literatura en la mano y buscar por todos los lados a la siguiente victima en nuestra agenda. Sí, nos sentíamos cónsules; si la persona nos prestaba atencion entonces lo enviábamos al paraíso, pero si por el contrario nos evadían eran futuros candidatos del infierno. Otra modalidad, tomar un megáfono y a todo el que pasaba cerca había que hacerle un trasplante de tímpano. En definitiva creo que es mas efectivo utilizar las técnicas del maestro al que le llamaban: “...el amigo de los publícanos y los pecadores…(mateo 11:19)”.

Algunas sugerencias para relacionarnos sin temor.

Tener una sólida relación con Dios. Busca tener intimidad con Dios por medio de su palabra, orando, adorando, etc. no sólo como una disciplina, sino como el mayor placer en tu vida.

Coherencia entre tus actos y tus palabras. Como hemos dicho, tu vida dirá más que mil palabras. Tú eres el reflejo más cercano de Cristo que tienen tus familiares, amigos, vecinos y conocidos.

Invierte tiempo con ellos. Interésate en sus lágrimas y risas, en sus éxitos y fracasos, en sus fortalezas y debilidades.

Aprovechar las oportunidades. Pide a Dios sabiduría para identificar el momento esperado y para que lo aproveches siendo dirigido por el Espíritu Santo y testifiques acerca de las verdades eternas.

También estas en proceso de santidad. No hables como si fueras “Mister santo”. Es mejor decir: “Cristo me está transformando”. Todavía estás en proceso, todavía flaqueas, dudas y caes. Reconoce sinceramente tus debilidades y tus luchas. No eres mejor que los demás, lo único que hace la diferencia es la gracia de Dios en tu vida. Debemos ser humildes.

Dios siempre está obrando, no es tu habilidad ni tu esfuerzo. La obra es de Dios, confía en él. El obra con nosotros, sin nosotros o a pesar de nosotros, por eso la gloria es sólo suya.

J&A

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