martes, noviembre 10

Dando la vida por otros

Cuando nos referimos a amar al prójimo como a nosotros mismos o sentir lo que otro siente, a veces no nos enteramos de la magnitud de este hecho, es tomar el lugar de mediador o intercesor, esto implica dar la vida por aquella persona objeto de nuestra intercesión. Es ponerse en el lugar donde está el otro, es orar y accionar a favor de ese otro. Y Sobre todo lo que nos anima a compartir el glorioso evangelio con otros es justamente esa misión de intercesor, “ir por todo el mundo y lleven el evangelio”.

“¡Oh! ¡Qué aparecieran 500 Elías,” dijo, “cada uno encima de su Monte Carmelo, rogando a Dios, y pronto vendrían nubes cargadas de agua! ¡Oh!, qué oráramos más, con más constancia, ¡sin cesar! ¡Entonces las bendiciones sí caerían sobre nosotros!” Carlos H. Spurgeon


“Quizás algunos creyentes describen la intercesión como una forma de oración intensa. Y, sí, es; si se pone mucho énfasis en la palabra ‘intensa’, porque hay tres elementos de la intercesión que no se hallan en la oración ordinaria: identificación, agonía y autoridad.” Si el intercesor conoce la identificación y la agonía, también conoce la autoridad. Es la ley del grano de trigo y la cosecha; ‘si muere, lleva mucho fruto’. (Jn. 15:8)” Rees Howells.

J&A

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