“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios”
¡Hay algo especial con respecto a la juventud! Desde un punto de vista meramente natural, nosotros preferimos los gatitos juguetones a los ásperos gatos callejeros. El potro pastando atrae más la atención que la yegua quebrantada. Y no importa donde vayas, siempre te sientes atraído por los niños, y en el fondo desearías que ellos no tuvieran que hacerse mayores. Así también, en el campo espiritual. Dios tiene una especial consideración por la burbujeante voluntariedad de la juventud, por la efervescencia de su primer amor. Él ama la fuerza, el fervor y la osadía de los jóvenes. Él se acuerda de su incalculable devoción, de su apasionado discipulado, de su desprendimiento voluntario a lo demás para seguirle.
«Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio» Jeremías 2:2. La juventud es la etapa de la realización. «Virgilio llegó a la cima de los poetas latinos, Lutero guió a los ejércitos de la Reforma, y Newton ocupó el primer lugar entre los descubridores, todos ellos antes de llegar a los treinta años. Antes de los veintiocho, Herodoto ya había recitado sus nueve libros de historia ante los juegos Olímpicos, y Aníbal ya había puesto a España en sujeción bajo las armas de Cártago. David antes de los veinte años había vencido a al gigante Goliat. A los veinticinco años, ¡Demóstenes fue los labios-de-oro de Grecia, y Cicerón la lengua-de-plata de Roma!, a la misma edad Rafael fue invitado por Julio II para adornar, con sus pinturas inmortales, los paneles del Vaticano, y Galileo observaba todas las noches el cielo y las sendas de sus espacios brillantes en busca de estrellas aún sin descubrir. A la misma edad, Shakespeare llegó a la cima de los dramaturgos. A los veintidós años, Alejandro ya había derribado el Imperio Persa, y Napoleón y Washington ya eran generales realizados. A los veinte años, Platón era el amigo íntimo y seguidor de Sócrates, y a los diecisiete, Aristóteles era llamado ‘el cerebro de su escuela’. A los diecinueve años, Pascal era un gran matemático, y Bacon era muy joven cuando colocó las bases de su filosofía inductiva. A los veinticinco años, Jonatán Edwards y Jorge Whitefield eran unos de los primeros predicadores, y a los treinta años, Jesucristo pregonaba el Evangelio que revolucionaría el mundo».
Muchos creyentes planifican sus carreras con la vaga idea de vivir para Cristo quizás en el futuro, después de haber ganado dinero, cuando se hayan retirado de su empleo, en otras palabras, cuando sean viejos. Dios no quiere las sombras de una vida malgastada. Él desea lo mejor y lo quiere por completo.
Nada puede compensar la tragedia de una juventud desperdiciada. Por lo tanto, cada uno debe preguntarse «¿Cómo será la biografía de mis primeros años? ¿Será ésta una de indiferencia por las cosas de Dios, o el relato vehemente de una vida completamente entregada al Señor Jesucristo?
¡Recuerda, tu biografía se está escribiendo hoy!
Reseña del libro: «Think of Your Future»
J&A
No hay comentarios:
Publicar un comentario