La disposición de esperar revela el valor de lo que la persona desea. Imaginemos, por ejemplo, que una joven anhela tener un esposo. Ella debe decidir si dar más importancia a casarse, o esperar con paciencia el compañero elegido por Dios. si su prioridad es lo primero, podrá aceptar una oferta que es menos de lo que el señor tenía para ella. El hombre pudiera ser un buen creyente, pero no el adecuado para esta joven específica.....
Nadie termina mal si espera que el señor envíe lo mejor de él en su tiempo perfecto. Por supuesto, los creyentes no reciben todo lo que piden. A veces, Dios simplemente dice que no. En otros casos, ajusta nuestros deseos a los suyos. Por nuestra condición humana, no podemos conocer todos los detalles de una situación. Por tanto, pedimos lo que pensamos que necesitamos, a base de nuestra limitada información. Un corazón sumiso acepta la dirección del Padre celestial. cuando el esperado objeto del deseo llega, es posible que no se parezca a lo que el creyente pidió en un principio, pero será exactamente lo que necesita.
Esperar pacientemente en el señor es un testimonio maravilloso. Cuando él responde, otros ven la realidad de Dios, su fidelidad, y el acierto de nuestra confianza. Además, nuestra propia fe se fortalece. Los tontos se apresuran para agarrar su pago. Pero los creyentes sabios saben que la bendición vendrá en el tiempo adecuado de Dios.
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