martes, mayo 12

...En vez de odiarte: ¡te perdono!

La primera vez que escuché el poema de: “El cristiano Marciano en el circo romano”, lo escuché en labios de mi padre, fue impresionante!!! No solo por la prosa descriptiva del poema sino también por la dramatización escénica, tanto que entrecortadas y pausadas las palabras,…“te perdono,” Nerón”…, parecían salir con lágrimas. Hasta el día de hoy todavía al leer o escuchar el poema, parece que soy yo quien está en el circo romano.

Les transcribo el poema, léanlo y caminen a través de la arena del circo romano, escuchen la multitud, respiren profundamente por que el león tiene varios días sin comer y viene de frente, pero sobre todo abrasen y sostengan la mano de nuestro señor Jesucristo por que él siempre está con nosotros y nos mira fijamente con gran amor.

POEMA: "CRISTIANOS EN EL CIRCO ROMANO"
"Marciano, mal cerradas las heridas que recibió ayer mismo en el tormento...Presentóse en la arena, sostenido por dos esclavos; vacilante y trémulo.Causó impresión profunda su presencia;“¡Muera el cristiano, el incendiario, el pérfido!” Gritó la multitud con un rugido por lo terrible, semejante al trueno;Como si aquel insulto hubiera dado vida de pronto y fuerzas al enfermo,Marciano al escucharlo, irguióse altivo,desprendióse del brazo de los siervos, alzó la frente, contempló la turbay con raro vigor, firme y sereno cruzando solo la sangrienta arena llegó al pie mismo del estrado regio;Puede decirse que el valor de un hombre,a más de ochenta mil impuso miedo,porque la turba al avanzar Marciano,como asustada de él, guardó silencio;llegando a todas partes sus palabras que resonaron en el circo entero:-Cesar- le dijo- Miente quien afirme,que a Roma he sido yo quien prendió fuego,si eso me hace morir, muero inocente y lo juro ante Dios que me esta oyendo.!Pero, si mi delito es ser cristiano,Haces bien en matarme, porque es cierto:Creo en Jesús, practico su doctrina y la prueba mejor de que en él creo,es que en lugar de odiarte: ¡te perdono!Y al morir por mi fe, muero contento.-
No dijo más tranquilo y reposado acabó su discurso, al mismo tiempo que un enorme león saltaba al circo la rizada melena sacudiendo;avanzaron los dos, uno hacia el otro,el los brazos cruzados sobre el pecho,la fiera, echando fuego por los ojos,y la ancha boca, con delicia abriendo.Llegaron a encontrarse frente a frente se miraron los dos, y hubo un momento en que el león, turbado, parecía cual si en presencia de hombre tan sereno,rubor sintiera el indomable bruto,de atacarlo, mirándolo indefenso.Duró la escena muda, largo rato pero al cabo, del tiempo la fiereza venció, lanzó un rugido,se arrastró lentamente por el suelo y de un salto cayó sobre su victima.En estruendoso aplauso rompió el pueblo...,brilló la sangre, se empapó la arena y aún de la lucha en el furor tremendo,Marciano con un grito de agonía gritó:-Te perdono, Nerón – dijo de nuevo.Aquel grito fue el último, la zarpa del feroz animal cortó el aliento y allí acabo la lucha. Al poco rato ya no quedaba más de todo aquello que unos ropajes rotos y esparcidos sobre un cuerpo también roto y deshecho:una fiera bebiendo sangre humana y una plebe frenética aplaudiendo. Mientras Marciano era recibido como vencedor por su Salvador.
J&A

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