Cuando reconocemos nuestros pecados y nos arrepentirnos, o sea, cuando tomamos la actitud de apartarnos de ellos y agradar a Dios, en ese preciso momento se inicia la nueva vida de Cristo en nosotros. El apóstol Juan escribe en apocalipsis 3:20 las palabras de textuales de Cristo cuando dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
En términos retóricos esto implica que nuestro corazón es una casa, «nuestra casa» y Cristo al entrar en ella inicia un proceso de creación de su vida en la nuestra. Este proceso de renovación, restauración y transformación integral en muchas personas se dilata y en ocasiones se detiene, no por Cristo, sino más bien por nosotros. Si!! por nosotros, por nuestros pecados ocultos, por nuestros malos hábitos, por nuestro YO, por nuestros secretos….
…Secretos que nos atan al pasado, secretos que nos sobresaltan en momentos de tranquilidad, secretos que nadie conoce, secretos tan profundos que no nos permitimos recordarlos, secretos que aun tenemos temor de que Cristo los conozca por que talvez se horrorizaría…
En términos retóricos esto implica que nuestro corazón es una casa, «nuestra casa» y Cristo al entrar en ella inicia un proceso de creación de su vida en la nuestra. Este proceso de renovación, restauración y transformación integral en muchas personas se dilata y en ocasiones se detiene, no por Cristo, sino más bien por nosotros. Si!! por nosotros, por nuestros pecados ocultos, por nuestros malos hábitos, por nuestro YO, por nuestros secretos….
…Secretos que nos atan al pasado, secretos que nos sobresaltan en momentos de tranquilidad, secretos que nadie conoce, secretos tan profundos que no nos permitimos recordarlos, secretos que aun tenemos temor de que Cristo los conozca por que talvez se horrorizaría…
...Tengo Buenas Noticias!!! Hoy y ahora El te ama, te perdona, te limpia, te libera, solo ríndete completamente a su voluntad...
En el libro (“La trampa” por Lois Mowday) narra el resultado de abrir la puerta y permitir que Cristo entre.(dioshablahoy.blog)
“Un día lo encontré esperándome frente a la puerta. Tenía una mirada impresionante en los ojos. Cuando entré me dijo “Hay un olor peculiar en esta casa. Debe haber algo muerto por aquí. Es en la planta alta. Creo que es en el ropero del vestíbulo”. Tan pronto como dijo esto supe de qué se trataba.
Verdaderamente había un pequeño ropero en el vestíbulo. En él yo tenía guardados bajo llave uno o dos artículos personales que no quería que nadie viera. Ciertamente no quería que Cristo los viera. Eran cosas muertas y podridas que quedaban de la vieja vida – no malas, pero tampoco correctas y buenas para mantenerlas en la vida cristiana. Todavía las amaba. Las quería mucho para mí mismo y estaba realmente temeroso de admitir que estaban allí. De mala gana subí con él las escaleras, y mientras lo hacía el olor se hacía más y más fuerte. Él señaló la puerta y dijo: “¡Hay algo muerto allí!”
¡Esto me molestó! Esa es la única manera como puedo describirlo. Yo le había dado acceso al estudio, al comedor, a la sala, al jardín, al dormitorio y ahora él me estaba preguntando acerca de un pequeño ropero de un metro por metro y medio. Me dije para mis adentros: “¡Esto es demasiado! No voy a darle la llave”. Bien –respondió, leyendo mis pensamientos-, si crees que voy a quedarme aquí en el segundo piso con este olor, estás equivocado. Sacaré mi cama al porche trasero o cualquier otra parte. En verdad no voy a permanecer alrededor de eso. Entonces empezó a bajar las escaleras.
Cuando usted ha llegado a conocer y a amar a Jesucristo, una de las peores cosas que puede suceder es sentir que se retira de usted su rostro y compañía. Tuve que ceder. – Te daré la llave – dije tristemente -, pero tendrás que abrir y limpiar el ropero. Yo no tengo la fortaleza para hacerlo.
Lo sé – dijo-. Sé que no la tienes. Sólo dame la llave. Autorízame a tratar con ese ropero y yo lo haré. Así que, con dedos temblorosos le di la llave. La tomó de mi mano, caminó hacia la puerta y la abrió, entró, sacó la putrefacción que se estaba descomponiendo allí y la tiró a la basura. Luego limpio el ropero, lo pintó y ordenó, todo al mismo tiempo. Inmediatamente una fresca y fragante brisa inundó toda la casa. La atmósfera cambió. ¡Qué liberación y victoria tener fuera de mi vida esa podredumbre! No importa que pecado o qué dolor podía haber en mi pasado, Jesús está listo para perdonar, para curar y para hacer todo nuevo”.
“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”.
En el libro (“La trampa” por Lois Mowday) narra el resultado de abrir la puerta y permitir que Cristo entre.(dioshablahoy.blog)
“Un día lo encontré esperándome frente a la puerta. Tenía una mirada impresionante en los ojos. Cuando entré me dijo “Hay un olor peculiar en esta casa. Debe haber algo muerto por aquí. Es en la planta alta. Creo que es en el ropero del vestíbulo”. Tan pronto como dijo esto supe de qué se trataba.
Verdaderamente había un pequeño ropero en el vestíbulo. En él yo tenía guardados bajo llave uno o dos artículos personales que no quería que nadie viera. Ciertamente no quería que Cristo los viera. Eran cosas muertas y podridas que quedaban de la vieja vida – no malas, pero tampoco correctas y buenas para mantenerlas en la vida cristiana. Todavía las amaba. Las quería mucho para mí mismo y estaba realmente temeroso de admitir que estaban allí. De mala gana subí con él las escaleras, y mientras lo hacía el olor se hacía más y más fuerte. Él señaló la puerta y dijo: “¡Hay algo muerto allí!”
¡Esto me molestó! Esa es la única manera como puedo describirlo. Yo le había dado acceso al estudio, al comedor, a la sala, al jardín, al dormitorio y ahora él me estaba preguntando acerca de un pequeño ropero de un metro por metro y medio. Me dije para mis adentros: “¡Esto es demasiado! No voy a darle la llave”. Bien –respondió, leyendo mis pensamientos-, si crees que voy a quedarme aquí en el segundo piso con este olor, estás equivocado. Sacaré mi cama al porche trasero o cualquier otra parte. En verdad no voy a permanecer alrededor de eso. Entonces empezó a bajar las escaleras.
Cuando usted ha llegado a conocer y a amar a Jesucristo, una de las peores cosas que puede suceder es sentir que se retira de usted su rostro y compañía. Tuve que ceder. – Te daré la llave – dije tristemente -, pero tendrás que abrir y limpiar el ropero. Yo no tengo la fortaleza para hacerlo.
Lo sé – dijo-. Sé que no la tienes. Sólo dame la llave. Autorízame a tratar con ese ropero y yo lo haré. Así que, con dedos temblorosos le di la llave. La tomó de mi mano, caminó hacia la puerta y la abrió, entró, sacó la putrefacción que se estaba descomponiendo allí y la tiró a la basura. Luego limpio el ropero, lo pintó y ordenó, todo al mismo tiempo. Inmediatamente una fresca y fragante brisa inundó toda la casa. La atmósfera cambió. ¡Qué liberación y victoria tener fuera de mi vida esa podredumbre! No importa que pecado o qué dolor podía haber en mi pasado, Jesús está listo para perdonar, para curar y para hacer todo nuevo”.
“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”.
J&A
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