La palabra que usa el Nuevo Testamento para decir Señor es el vocablo griego kurios. Esta palabra se usaba de varias maneras en el mundo antiguo. Era un tratamiento de cortesía para cualquier hombre. Pasa con kurios lo mismo que con el vocablo inglés sir, que se emplea en sentido ordinario y especial. Los hombres que son armados caballeros en Inglaterra reciben el título de sir, lo que indica una elevación del uso común de la palabra a su empleo formal.
El segundo uso del título Señor en la cultura griega era como título dado a los hombres de la clase aristocrática que eran propietarios de esclavos. Este título se usa figuradamente para designar a Jesús en todo el Nuevo Testamento. Sus discípulos lo llamaban "Amo". Pablo solía empezar sus cartas diciendo: "Pablo, esclavo de Jesucristo" La palabra que usaba era doulos. No podía haber esclavo (doulos) sin amo (kurios). Pablo declaraba que: "no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio" (l Corintios 6: 19-20). Aquí el creyente es considerado como propiedad de Jesús que es el dueño de Su pueblo. Él no es un déspota ni un tirano, como podríamos esperar de una relación terrenal de amo-esclavo. Efectivamente la ironía del señorío del Nuevo Testamento es que únicamente siendo esclavo de Cristo puede el hombre descubrir la auténtica libertad. La ironía se lleva hasta el cabo, por la enseñanza del Nuevo Testamento de que uno se liberta de la esclavitud a este mundo mediante una relación de esclavo y amo con Jesucristo. Este extraño giro irónico de la doctrina se encuentra particularmente en los escritos del apóstol Pablo.
El tercer significado más importante del título Señor es su uso imperial. Aquí el título se otorgaba a uno que tenía absoluta soberanía sobre un grupo de personas. Es un uso que solía entenderse en forma política.
Quizá el aspecto más notable del título Señor era su relación con el Antiguo Testamento. La versión griega del Antiguo Testamento empleó la palabra kurios para traducir la hebrea adonai, título que se usaba para Dios mismo. Yahweh, el sagrado nombre de Dios, no se pronunciaba y en la liturgia de Israel se lo reemplazaba con un sustituto o mediante un circunloquio. Cuando se empleaba un título sustituto para reemplazar el inefable nombre de Dios, solía seleccionarse adonai, título que llamaba la atención al gobierno absoluto de Dios sobre la tierra.
Una nota intrigante en el Nuevo Testamento es la declaración de que "nadie puede decir que 'Jesús es el Señor' sino por el Espíritu Santo" (1 Corintios 12:3). Hay quienes señalan este pasaje contradictorio porque Jesús dice en otras ocasiones que la gente efectivamente profesa que él es Señor sin realmente querer decirlo. Jesús concluye el Sermón del Monte con esta sombría advertencia: "Muchos me dirán en aquel día, Señor, Señor,..." pero Él les dirá "nunca os conocí, apartaos de mí" (Mateo 7:22-23). Dado que es evidente que la gente puede honrar a Cristo de labios, aunque sus corazones estén lejos de Él, diciendo Jesús es el Señor, entonces ¿qué quiere decir la Biblia cuando dice "Nadie puede decir 'Jesús es Señor' sino por el Espíritu Santo"?
Hay dos maneras de responder. La primera afirma lo que se entiende tácitamente del texto, pero queda inexpresado, es decir, nadie puede decir que Jesús es Señor y querer decirlo, sino por el Espíritu Santo. Eso sería sana teología y gozamos de licencia literaria para poner el calificativo inexpresado. Sin embargo, puede haber en vista aquí algo más concreto. Cuando se escribió el texto, los cristianos eran tenidos por enemigos del orden romano establecido y culpable de traición por rehusar suscribir el culto de adoración al emperador. Repetidamente se efectuaba la prueba de la lealtad al imperio en la recitación pública de las palabras Káiser kurios (César es Señor). Era ese juramento lo que rehusaban recitar los cristianos, aunque les fuera en ello la vida. Cuando se les requería pronunciarlo cambiaban la frase, diciendo Iesous ha Kurios (Jesús es Señor). Los cristianos estaban dispuestos a pagar sus impuestos, honrar al César cuando era debido, dar al César las cosas que eran del César. Pero el elevado título de Señor pertenecía sólo a Jesús y los cristianos pagaban con sus vidas por mantener esa afirmación.
Entonces el texto bíblico "Nadie puede decir que 'Jesús es Señor' sino por el Espíritu Santo" puede haberse referido a que, en esos días, la gente vacilaba en formular públicamente tan atrevida declaración a menos que estuvieran preparados para enfrentar las consecuencias.(“Siguiendo a Cristo” R.C. Sproul)
J&A
El segundo uso del título Señor en la cultura griega era como título dado a los hombres de la clase aristocrática que eran propietarios de esclavos. Este título se usa figuradamente para designar a Jesús en todo el Nuevo Testamento. Sus discípulos lo llamaban "Amo". Pablo solía empezar sus cartas diciendo: "Pablo, esclavo de Jesucristo" La palabra que usaba era doulos. No podía haber esclavo (doulos) sin amo (kurios). Pablo declaraba que: "no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio" (l Corintios 6: 19-20). Aquí el creyente es considerado como propiedad de Jesús que es el dueño de Su pueblo. Él no es un déspota ni un tirano, como podríamos esperar de una relación terrenal de amo-esclavo. Efectivamente la ironía del señorío del Nuevo Testamento es que únicamente siendo esclavo de Cristo puede el hombre descubrir la auténtica libertad. La ironía se lleva hasta el cabo, por la enseñanza del Nuevo Testamento de que uno se liberta de la esclavitud a este mundo mediante una relación de esclavo y amo con Jesucristo. Este extraño giro irónico de la doctrina se encuentra particularmente en los escritos del apóstol Pablo.
El tercer significado más importante del título Señor es su uso imperial. Aquí el título se otorgaba a uno que tenía absoluta soberanía sobre un grupo de personas. Es un uso que solía entenderse en forma política.
Quizá el aspecto más notable del título Señor era su relación con el Antiguo Testamento. La versión griega del Antiguo Testamento empleó la palabra kurios para traducir la hebrea adonai, título que se usaba para Dios mismo. Yahweh, el sagrado nombre de Dios, no se pronunciaba y en la liturgia de Israel se lo reemplazaba con un sustituto o mediante un circunloquio. Cuando se empleaba un título sustituto para reemplazar el inefable nombre de Dios, solía seleccionarse adonai, título que llamaba la atención al gobierno absoluto de Dios sobre la tierra.
Una nota intrigante en el Nuevo Testamento es la declaración de que "nadie puede decir que 'Jesús es el Señor' sino por el Espíritu Santo" (1 Corintios 12:3). Hay quienes señalan este pasaje contradictorio porque Jesús dice en otras ocasiones que la gente efectivamente profesa que él es Señor sin realmente querer decirlo. Jesús concluye el Sermón del Monte con esta sombría advertencia: "Muchos me dirán en aquel día, Señor, Señor,..." pero Él les dirá "nunca os conocí, apartaos de mí" (Mateo 7:22-23). Dado que es evidente que la gente puede honrar a Cristo de labios, aunque sus corazones estén lejos de Él, diciendo Jesús es el Señor, entonces ¿qué quiere decir la Biblia cuando dice "Nadie puede decir 'Jesús es Señor' sino por el Espíritu Santo"?
Hay dos maneras de responder. La primera afirma lo que se entiende tácitamente del texto, pero queda inexpresado, es decir, nadie puede decir que Jesús es Señor y querer decirlo, sino por el Espíritu Santo. Eso sería sana teología y gozamos de licencia literaria para poner el calificativo inexpresado. Sin embargo, puede haber en vista aquí algo más concreto. Cuando se escribió el texto, los cristianos eran tenidos por enemigos del orden romano establecido y culpable de traición por rehusar suscribir el culto de adoración al emperador. Repetidamente se efectuaba la prueba de la lealtad al imperio en la recitación pública de las palabras Káiser kurios (César es Señor). Era ese juramento lo que rehusaban recitar los cristianos, aunque les fuera en ello la vida. Cuando se les requería pronunciarlo cambiaban la frase, diciendo Iesous ha Kurios (Jesús es Señor). Los cristianos estaban dispuestos a pagar sus impuestos, honrar al César cuando era debido, dar al César las cosas que eran del César. Pero el elevado título de Señor pertenecía sólo a Jesús y los cristianos pagaban con sus vidas por mantener esa afirmación.
Entonces el texto bíblico "Nadie puede decir que 'Jesús es Señor' sino por el Espíritu Santo" puede haberse referido a que, en esos días, la gente vacilaba en formular públicamente tan atrevida declaración a menos que estuvieran preparados para enfrentar las consecuencias.(“Siguiendo a Cristo” R.C. Sproul)
J&A
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